Páginas vistas

martes, 1 de noviembre de 2011

Colmillo anclado

Las serpientes negras formaron pequeños remolinos. Se movían con gran agilidad. Querían formar una corriente que nos succionase. Así, estaríamos a su disposición y podrían hacer con nosotros lo que quisiesen. No podíamos permitirlo. Procuré nadar más rápido. Llegué a la altura de la náyade. Estaba demasiado cansada. Sus alas se estaban deshaciendo. Los desgarros que tenía en ellas, la estaban debilitando. Más que una ayuda eran una carga. A pesar de ello era más rápida que yo. Intenté mantenerme a su altura. Teníamos que hacer algo. Nadábamos sin rumbo. Teníamos que hacer algo o las serpientes nos alcanzarían.  Miré a Kaysa. Me devolvió su mirada. Parecía que había envejecido muchos años. Estaba demasiado cansada. Me coloqué a su lado. Puse mi mano en su cuerpo. Tenía que transmitirla mi energía de alguna manera. Me concentré. Nada. Cero. Me sentí frustrado.
Mientras pensaba que hacer, sentí una fuerte mordedura. El tobillo me comenzó a arder de dolor. Miré abajo. Una de las serpientes me había alcanzado. Vi su pequeño colmillo incrustado en mi piel. Mi temperatura corporal comenzó a subir. El sudor se adueñaba de mi cuerpo. La garganta se me secaba. No era capaz de general ningún tipo de saliva. Pánico.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El blog se alimenta de vuestros comentarios!! Muchas Gracias!!!