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lunes, 31 de octubre de 2011

Mancha negra

Luces negras empezaron a surgir de la nada. El agujero de la cueva se transformó en un concierto de sonidos. Estaba angustiado por lo que pudiese pasar a continuación. Quería ir a buscar a la náyade. Todo se estaba tornando oscuro. Los sonidos eran pesados, penetrantes. Decidí esperar un poco más. En cualquier momento Kaysa aparecería. Justo cuando decidí entrar. La náyade salió disparada. Tenía las alas desgarradas por todos lados. En los brazos multitud de arañazos y sangre seca.
-¡Nadad deprisa!- gritó desesperada, mientras pasaba a nuestro lado veloz. Alargó el brazo y sin más explicaciones empezó a nadar entre las ruinas. Seguí sus pasos. No sabía que había pasado, pero prefería no arriesgarme.
Cuando apenas estábamos en la mitad de aquel conjunto de piedras, una marea negra salió de la cueva. Se movía con agilidad y directa hacia nosotros. El miedo se apoderó de mí. No podía distinguir muy bien que era aquello. No me importaba. Teníamos que salir de allí cuanto antes.  La mancha negra se aproximaba a una velocidad muy superior de lo que yo imaginaba. Tenía que nadar más rápido si quería escapar de ello. Avancé. Nadé con desesperación. La siguiente vez que me di la vuelta. La sangre se me heló. Habían ganado terreno. No estaban muy lejos. Pequeñas serpientes negras nos perseguían. Parecían hambrientas. Un gran escalofrío recorrió mi cuerpo. 

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